Los aviones, las balas y el sesgo de supervivencia
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados analizaron los agujeros de bala en los aviones que regresaban del combate. La conclusión lógica parecía reforzar las áreas más impactadas, aquellas llenas de marcas de disparos. Pero el matemático Abraham Wald vio el problema de otra manera: los aviones con agujeros habían logrado volver a casa. El verdadero punto crítico no era donde había impactos, sino donde no los había.
Si un avión recibía un disparo en ciertas zonas y aún podía aterrizar, eso significaba que esas partes podían resistir. Pero aquellos aviones que no regresaban, eran los que habían sido alcanzados en puntos realmente vitales. No había que reforzar las áreas dañadas en los supervivientes, sino proteger aquellas que, al ser alcanzadas, significaban la destrucción total.
Negociaciones, grúas y mafias: aprendiendo por las malas
Necesitábamos una grúa gigantesca para el izado de las torres de refrigeración en Tenerife. No había otra en todo el archipiélago que pudiera hacer el trabajo. El precio parecía desorbitado, aunque todo me parecía caro siendo «trescientoseurista» en aquella época.
Llamó desde Zaragoza mi jefe de aquel entonces, con su sutil arte de la negociación, y sugirió que al gruista «se metiera la grúa por salva sea la parte», que «a robar a un camino» que «este era su precio» y otras lindezas. Obviamente, no conseguimos nada.
De vuelta al puerto, con mis diecinueve años, chocaba ver a un crío como encargado de proyectos de este calibre. Quizás por esto, con paciencia explicó la realidad del abultado precio: mover la grúa implicaba contratar un convoy policial para trasladarla los 71 km desde el puerto hasta el aeropuerto a 16 km/h. Ida y vuelta, dejando el puerto sin servicio durante un día entero. Por simpáticos, nos cobraría el doble, en efectivo y por adelantado, y mi jefe tendría que venir en persona a pagarlo.
Aceptamos. Las torres de refrigeración se izaron, unas botellas de Cariñena hicieron su trabajo con el gruista, aplicó un descuento y mi jefe no tuvo que venir. Milagrosamente y aunque muy baleados, todos los tuberos salieron vivos. Esto, a pesar de sus hoy denunciables prácticas de seguridad laboral o sus también denunciables y épicas jornadas etílicas por El Médano y Costa de Adeje.
Parchear en el lugar equivocado
De forma opuesta a como Abraham Wald recomendaba no reforzar las zonas baleadas de los aviones, en climatización residencial hemos estado parcheando donde no debemos. Cada vez que un sistema ha generado problemas, hemos optado por sumar soluciones en lugar de repensar la raíz del problema:
Hemos ido reforzando los puntos de impacto visibles, cuando el problema no era ese, sino la concepción del sistema desde el inicio.
Los sistemas centralizados: el futuro sin parches
El sesgo de supervivencia ocurre cuando nos enfocamos en lo visible, en lo que ha resistido, en vez de en lo que realmente determina el éxito o el fracaso. Aunque muy baleados, salir vivos de aquellas instalaciones de los 80, con aquellas antiguallas de la época, además de mantenernos vivos en el sector, nos enseñó a poner los parches en los puntos adecuados.
Ahora, los sistemas centralizados en las viviendas Passivhaus de Grupo Lobe están a años luz de aquellos intentos del pasado. La tecnología permite eliminar lo superfluo y apostar por lo realmente eficiente:
Ya no tiene sentido reforzar lo que ya está roto. No sigas parcheando partes no vitales cuando puedes desarrollar soluciones que realmente importan.
¿Vas a seguir invirtiendo en sistemas que solo alargan el problema, o vas a cambiar la forma en la que entiendes la climatización?
Hoy te traemos una interesante aplicación para residencial mediante centralización, laminación de cargas y acumulación de energía. Las centrales de distrito, y no cualquier cosa, con esteroides. Pero antes, como viene siendo habitual, una historia.
Si has visto cine, seguro que recuerdas esas escenas de Nueva York con vapor saliendo de las alcantarillas, envolviendo taxis amarillos y peatones con prisas. Una imagen icónica que no es solo decorado cinematográfico, sino la prueba palpable de un sistema de calefacción urbana que lleva más de un siglo funcionando.
Este sistema, que comenzó en 1882 con la New York Steam Company, transporta vapor bajo las calles de Manhattan para calentar y enfriar grandes edificios. Hoy, más de 13,5 millones de toneladas de vapor abastecen 100.000 edificios y reducen la huella de carbono de la ciudad. Trigeneración, eficiencia energética y, sobre todo, visión a largo plazo.
Mientras tanto, nosotros seguimos haciéndonos preguntas básicas.
A principios de los 80, mi primer trabajo en climatización fue con la central térmica y distribución de distrito en la Academia General Militar de Zaragoza. Un auténtico coloso de 20.000.000 Kcal/hora, con agua sobrecalentada a 180ºC, presurizada con nitrógeno seco a 17 kg/cm² y una red kilométrica de tuberías. Precisión militar aplicada a la energía.
Cuatro décadas después, sigue funcionando como el primer día. Cuando las cosas se hacen bien, no necesitan parches.
Durante estas décadas, siempre hemos tenido algún proyecto en marcha susceptible de implementar una red de distrito. Nos pidieron opinión sobre una central de distrito para la Expo 2008, basada en la captación directa de agua del Ebro. Supongo que pensaron que mis años buceando con bomberos me hacían entender mejor el río. El razonamiento parecía sólido, pero en la práctica, el Ebro en verano apenas cubre los tobillos en algunos tramos. Construir un sistema de calefacción urbana sobre una fuente tan escasa y poco confiable era jugar a la ruleta rusa, así que nos salimos del proyecto. No sin antes ver, como adjudicatarios del Palacio de Congresos, los problemas que trajo la central de distrito.
Más recientemente, en Navarra, una empresa pública nos invitó a participar en una central de distrito basada en biomasa para abastecer varios barrios del casco urbano de Pamplona. Energéticamente sonaba bien, pero cuando uno analiza problemas de suministro, logística y vertidos en pleno casco urbano, la teoría se desvanece. Nos retiramos. No siempre vale aquello de “ya veremos cómo lo arreglamos”.
Por alguna razón, los técnicos tendemos a complicar innecesariamente las instalaciones comprometiendo la viabilidad del proyecto. Sin embargo, hay oportunidades donde el sentido común debería entrar en acción.
Las promociones de Grupo Lobe en Arcosur, con 450 viviendas en tres parcelas colindantes, su inminente promoción en Valencia con más de 400 viviendas para alquiler social, u otras muchas promociones de otras constructoras, me hacen preguntarme qué excusa queda para no potenciar desde la administración una central de distrito bien diseñada.
✔️ Ahorro económico: Centralizar abarata el coste de las viviendas y libera a la constructora de muy caros equipos, apoyos de obra, servidumbres de instalación y mantenimiento.
✔️ Eficiencia energética. Sin precedentes. ¿Quién afirma que NO se puede almacenar energía?
✔️ Gestión eficaz: Pero sin trampas. Un operador energético trabajando a éxito puede ofertar el kWh térmico a un precio, como mínimo, un 50% más barato que la tecnología individual más eficiente del mercado.
Todo ventajas. Y, sin embargo, aquí seguimos.
En España, reinventamos la rueda, pero con esquinas. La calefacción urbana ya ha demostrado su eficacia en medio mundo. Aquí seguimos con proyectos que parecen tesis doctorales en fase de borrador con raros experimentos. De forma individual, pareciera que toda nuestra ingeniería se redujese a instalar un split por vivienda. En residencial, basculamos desde algunos muy escasamente confiables y caros sistemas con renovables, a introducir gases inflamables dentro de cada vivienda. Quizás es hora de dejar de admirar las nubes de vapor de Nueva York y empezar a generar las nuestras. A partir de unas 300 viviendas de Código Técnico de Edificación y unas 600 Passivhaus por su menor consumo, ya resulta muy rentable una central de distrito urbano.
La pregunta no es si podemos hacerlo, sino cuándo vamos a decidir hacerlo bien. Contamos con la tecnología, la experiencia y la necesidad. Nos falta voluntad y visión estratégica. Es hora de que administración y empresarios dejen de ver esto como un experimento y lo conviertan en modelos bien diseñados, rentables, bien gestionados y pensados para durar.
¿Y tú? ¿Cuándo crees que empezaremos a hacer las cosas bien?
Expuesta en el Museo del Prado, la obra de Guercino nos muestra a Cupido derramando monedas, simbolizando con esto que el amor verdadero debe ser desinteresado. Charlie Munger, uno de mis grandes referentes, afirmaba que casarse solo por dinero es siempre una mala idea. Una locura, sobre todo si ya eres rico o no lo necesitas.
En eficiencia energética mejor no hacer cual Cupido, enamorarse de una casa esta bien, pero vigilar cada euro resulta imprescindible
Mediante procesos de industrialización avanzados, Grupo Lobe ofrece viviendas tecnológicamente adelantadas décadas a su tiempo y a coste competitivo.
La Passivtermia colabora con este ahorro actuando sobre esta por cara triada: ventilación, climatización y ACS. Instalada de forma separada, a menudo parecen diseñadas por equipos enfrentados. Con la Passivtermia, las hemos centralizado, eliminando redundancias y elementos innecesarios, logrando con ello un ahorro mínimo de 2.000 € por vivienda (4.000 € frente a suelo radiante + aerotermia). Un proyecto técnico que marca la diferencia, simplifica el coste de adquisición, mantenimiento y tecnológicamente, a años luz del resto en residencial.
Si la centralización reduce costes de adquisición, la laminación de cargas desplaza el consumo a horas más económicas. Ambas permiten que el coste de mantenimiento integral (clima + ACS) sea de unos 2 € mensuales. Apenas el precio de un café. Algoritmos heurísticos y redes bayesianas optimizan el uso de energía, asegurando que cada euro se invierta con inteligencia. Dos claves de las Passivhaus para obtener tan precisa regulación:
Las horas de producción solar vienen a coincidir cuando las viviendas suelen estar vacías. No tiene sentido producir energía o ACS en horas de desocupación sin poder aprovechar esta energía solar captada. Tampoco consumir en horas punta cuando podemos hacerlo en horas valle, reduciendo costes. Para esto, los nuevos equipos de Keyter diseñados expresamente para Grupo Lobe resuelven este problema, basculando cargas térmicas, optimizando el consumo y alineándolo con las necesidades reales. Menos despilfarro, más sentido común.
Puedes enamorarte de una casa. Nada que objetar. Todo en orden, pero no seas cual Cupido con el dinero. El Último de la Fila, con otra visión muy diferente al romanticismo de Guercino, lo resumían muy bien: “Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana”. Por eso, mejor enamorarse con el corazón, pero también con la cabeza y vigilar cada euro. Porque una casa ruinosa, puede ser un hombro muy frío donde llorar.
Haz que tu hogar sea un refugio eficiente y cálido, donde cada euro cuente.
¿Y tú, ya vigilas cada euro de tu hogar?
En la España de la posguerra, los ganaderos se encontraron con un problema inesperado: el gobierno impuso precios máximos a productos básicos, incluyendo la leche, fijando tarifas tan bajas que la producción se volvía inviable. Ante las protestas de los ganaderos, el ministro les respondió con ironía: «Yo he fijado el precio del litro de leche, no la cantidad de agua que debe contener.»
El mercado se ajustó y la leche dejó de ser leche.
Como empresario o directivo, seguro que te has visto en situaciones similares: te suben los costes energéticos, los proveedores encarecen sus productos, reducen la jornada laboral por decreto o imponen regulaciones burocráticas que hacen que tu negocio pierda rentabilidad y tengas que pasar a pérdidas. Y mientras tanto, alguien que rara vez ha madrugado y con menos calle que Venecia, tan plácido desde un despacho, te sigue fijando los precios o exigiéndote que sigas siendo competitivo.
A petición de una universidad, tratamos de forma práctica y sin rodeos en qué consiste eso de «laminación de cargas y basculación a periodos tarifarios más baratos». Si usamos el símil de la leche, este artículo es para los más cafeteros: algo espeso, incluso algo amargo, pero estimulante para aquellos que miran más allá del kWh y saben que lo único que realmente importa en tu empresa es el € que pagas por cada kWh efectivo consumido. Tomemos un caso real: la factura energética de una multinacional alimentaria que todos conocéis en España.
Vamos a ver cómo podemos reducirla.
Si miramos en la imagen superior con la caracterización de la demanda energética, veremos los consumos energéticos mensuales y totalizados. El consumo es variable, con picos en verano debido a la conservación y congelación de productos, y valles en invierno. La tarificación se hace en 6 periodos según la franja horaria en la que se produce el gasto. Seguro recuerdas hace unos años cuando se triplicó el precio del kWh y aquellas aplicaciones para ayudarte a utilizar el horno, la plancha o lavadora durante la noche, o en horas donde la energía era más barata. A grandes rasgos, esto viene a ser lo mismo.
Esta es la clave de la laminación de cargas y basculación horaria.
Si observas esta segunda imagen, en la primera tabla está el meollo del asunto:
La diferencia teórica entre ambas tarifas es de 1,83 millones de euros. Es decir, lo que podrías ahorrar con una teórica laminación de cargas y basculación horaria. ¿Cómo se hace esto?
Consideremos que 1 kWh en hora valle o «Periodo P6», como el equivalente a un 100% de leche. Es decir: Por cada € recibes 1kWh. Por contra, en hora punta o «Periodo 1» , casi dos terceras partes serían cual agua añadida en forma de impuestos y sobreprecios. En este caso por cada 1€ recibes unos 0,3 Kwh. El problema no es la energía ni su coste. El problema es que en gran parte del sector los incentivos están mal asignados. Y aquí viene lo paradójico del asunto: los expertos que te hablan del «ahorro energético» en kWh y sin mencionar el euro, probablemente te estén vendiendo un litro de leche…aguada.
Para nosotros, lo importante es que cada € que precises gastar en energía, lo aproveches y utilices íntegramente, despojándole nosotros de esa carga impositiva o sobrecoste.
Mientras haya empresas que paguen un sobrecoste innecesario por sus proyectos de ingeniería, con elementos innecesarios, gollerías varias o que gestionen su energía de forma ineficiente, su absurdo despilfarro nos seguirá siendo muy rentable.
Lo inteligente quizás sería aprovecharnos de esta situación, pero nosotros seguimos trabajando en cambiar eso. Al menos para ti. Y tú: ¿Qué tipo de leche estás consumiendo?