En la España de la posguerra, los ganaderos se encontraron con un problema inesperado: el gobierno impuso precios máximos a productos básicos, incluyendo la leche, fijando tarifas tan bajas que la producción se volvía inviable. Ante las protestas de los ganaderos, el ministro les respondió con ironía: «Yo he fijado el precio del litro de leche, no la cantidad de agua que debe contener.»
El mercado se ajustó y la leche dejó de ser leche.
Como empresario o directivo, seguro que te has visto en situaciones similares: te suben los costes energéticos, los proveedores encarecen sus productos, reducen la jornada laboral por decreto o imponen regulaciones burocráticas que hacen que tu negocio pierda rentabilidad y tengas que pasar a pérdidas. Y mientras tanto, alguien que rara vez ha madrugado y con menos calle que Venecia, tan plácido desde un despacho, te sigue fijando los precios o exigiéndote que sigas siendo competitivo.
A petición de una universidad, tratamos de forma práctica y sin rodeos en qué consiste eso de «laminación de cargas y basculación a periodos tarifarios más baratos». Si usamos el símil de la leche, este artículo es para los más cafeteros: algo espeso, incluso algo amargo, pero estimulante para aquellos que miran más allá del kWh y saben que lo único que realmente importa en tu empresa es el € que pagas por cada kWh efectivo consumido. Tomemos un caso real: la factura energética de una multinacional alimentaria que todos conocéis en España.
Vamos a ver cómo podemos reducirla.
Si miramos en la imagen superior con la caracterización de la demanda energética, veremos los consumos energéticos mensuales y totalizados. El consumo es variable, con picos en verano debido a la conservación y congelación de productos, y valles en invierno. La tarificación se hace en 6 periodos según la franja horaria en la que se produce el gasto. Seguro recuerdas hace unos años cuando se triplicó el precio del kWh y aquellas aplicaciones para ayudarte a utilizar el horno, la plancha o lavadora durante la noche, o en horas donde la energía era más barata. A grandes rasgos, esto viene a ser lo mismo.
Esta es la clave de la laminación de cargas y basculación horaria.
Si observas esta segunda imagen, en la primera tabla está el meollo del asunto:
La diferencia teórica entre ambas tarifas es de 1,83 millones de euros. Es decir, lo que podrías ahorrar con una teórica laminación de cargas y basculación horaria. ¿Cómo se hace esto?
Consideremos que 1 kWh en hora valle o «Periodo P6», como el equivalente a un 100% de leche. Es decir: Por cada € recibes 1kWh. Por contra, en hora punta o «Periodo 1» , casi dos terceras partes serían cual agua añadida en forma de impuestos y sobreprecios. En este caso por cada 1€ recibes unos 0,3 Kwh. El problema no es la energía ni su coste. El problema es que en gran parte del sector los incentivos están mal asignados. Y aquí viene lo paradójico del asunto: los expertos que te hablan del «ahorro energético» en kWh y sin mencionar el euro, probablemente te estén vendiendo un litro de leche…aguada.
Para nosotros, lo importante es que cada € que precises gastar en energía, lo aproveches y utilices íntegramente, despojándole nosotros de esa carga impositiva o sobrecoste.
Mientras haya empresas que paguen un sobrecoste innecesario por sus proyectos de ingeniería, con elementos innecesarios, gollerías varias o que gestionen su energía de forma ineficiente, su absurdo despilfarro nos seguirá siendo muy rentable.
Lo inteligente quizás sería aprovecharnos de esta situación, pero nosotros seguimos trabajando en cambiar eso. Al menos para ti. Y tú: ¿Qué tipo de leche estás consumiendo?
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