El asno de Buridán y algunos técnicos indecisos: ¿Salud o Eficiencia?
Dicen que el asno de Buridán murió de hambre, atrapado entre dos montones de heno idénticos, incapaz de decidir cuál comer. Aunque suene absurdo, esta escena de indecisión extrema no está tan lejana a nuestra realidad profesional. Que se lo digan al responsable de infraestructuras de una conocidísima multinacional sanitaria, enfrentado a dos propuestas técnicas: la de una imponente ingeniería multinacional y la nuestra, una modesta (pero letalmente efectiva) instaladora.
Salud o eficiencia: una cuestión quirúrgica
De los diez quirófanos del bloque quirúrgico de esta hospital, ocho eran de “Tipo B”, diseñados para intervenciones generales y con menor riesgo de contaminación. En este caso, la ingeniería accedió a nuestra propuesta: trabajar con todo aire exterior y recuperación entálpica rotativa en cada climatizador. Hasta aquí, todo bien.
El problema surgió con los dos quirófanos «Tipo A», reservados para cirugías de máxima sensibilidad, como trasplantes o intervenciones ortopédicas. Estos quirófanos requieren sistemas de flujo laminar, una tasa de renovación de aire de hasta 25 cambios por hora y, sobre todo, un nivel de asepsia impecable. Mientras nosotros insistíamos en evitar la recirculación de aire contaminado para priorizar la salud, la ingeniería apostaba por la eficiencia energética, argumentando que recircular el aire supondría un ahorro de costes de energía.
¿Ahorro o riesgo?
Con mis ocho apellidos maños y la obstinada genética (por no decir cabezonería) que ello implica, ya vengo cableado de serie para no ceder ni un ápice. Pero nuestros colegas barceloneses parecían igual de empeñados en defender a fuego su postura. Quizá algún trauma genético-cultural derivado de la historia compartida entre su Barcino y nuestra Zaragoza explique esta simetría de tozudez. Al final, la discusión se reducía a una cuestión simple: ¿vale la pena ahorrar 1-3 euros diarios por quirófano si el precio a pagar podría ser una infección quirúrgica del paciente o del equipo médico?
De los quirófanos a los hogares: Pasión por el aire limpio
Nuestra obsesión por el aire puro no se limita a los quirófanos. En las viviendas Passivhaus de Grupo Lobe pudimos aplicar esta filosofía, inspirándonos en nuestra experiencia hospitalaria. Diseñamos sistemas con flujos de aire casi hospitalarios que reducen la contaminación y aumentan la eficiencia energética en un 55%.
¿El secreto? Captar aire exterior desde la cubierta del edificio, lejos de patios saturados de olores y partículas que nadie debería respirar. Todo el aire extraído se vierte a sotavento, evitando recirculaciones y garantizando la máxima calidad para los hogares.
Volvamos al asno de Buridán
Nuestra partida en climatización para esta multinacional sanitaria tenía un presupuesto de más de 4 millones de euros y unos costes energéticos anuales que superaban los 600.000 €/año. Sin embargo, la indecisión se centraba en dos quirófanos, de apenas 22 m² cada uno, y asumir un gasto energético adicional de 2-3 €/día. Para mayor escarnio, el coste medio de una operación en estos quirófanos Tipo A se valora en unos 42.000 €. ¿Es este el verdadero coste de la eficiencia?
Inspiración final
En ingeniería, como en la vida, decidir no es solo un acto técnico; es también un acto moral. Los números, aunque esenciales, no siempre revelan toda la verdad. Lo que parece eficiente sobre el papel puede fallar en lo humano, en lo ético, o incluso en lo práctico a largo plazo.
Nosotros creemos que la ingeniería debe abordar estos dilemas con valentía, ética y una ejecución técnica impecable. Por eso, diseñamos equipos y redes de conductos sobredimensionados cuando es necesario, establecemos flujos laminares que superan estándares y seleccionamos cada componente en su punto óptimo de trabajo. Así hemos logrado reducir los consumos energéticos a menos de la mitad, ofreciendo una calidad y pureza del aire que están a años luz de los sistemas convencionales de ventilación mecánica controlada.
Porque al final, elegir lo correcto frente a lo cómodo es lo que define la excelencia. Como nos muestra la sabiduría popular en algunas regiones de España ante alguna indecisión: «Ni se muere padre, ni cenamos».
Nosotros lo tenemos claro: las elegantes verdades de las matemáticas, la mecánica de fluidos y el cálculo fractal mediante física aplicada no solo resuelven problemas; permiten modelizar y nos muestran un camino hacia la Verdad, el bien común y, por qué no, la belleza de un trabajo bien hecho.
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