La cara del Papa Benedicto XVI lo decía todo: asombro, desconcierto, quizá un toque de admiración.
Frente a él, un navarrico que, para entendernos todos, venía a pedirle el finiquito. Recién nombrado Papa, cercano a sus 80 años, apenas podía comprender cómo aquel “chavalín”, a sus ojos, renunciaba a los privilegios de liderar el Dicasterio Sanitario.
José Luis Redrado, obispo desde 1998, decidió dar un paso al lado tras 25 años de servicio en el Vaticano. Como él mismo nos recuerda, se retiraba de ciertas cosas, pero nunca de su Misión. Desde entonces, ha dedicado su tiempo al Hospital San Juan de Dios, junto a otros hermanos misioneros que han consagrado su vida a los lugares más desafiantes del mundo. Mientras Organismos Oficiales, ONGs y demás, huían de guerras, epidemias o desastres dejando de prestar su ayuda, ellos permanecían.
Hoy, “retirados” de la vida misionera en África, Asia o Sudamérica, viven con sus historias igualmente fascinantes. Porque cuando tienes una Misión, así, con mayúsculas y que excede a lo terrenal, nunca te retiras.
En estas fechas, es casi un ritual marcarse objetivos para el nuevo año. Pero Scott Adams, creador de Dilbert, plantea algo interesante: fijarse objetivos es una estrategia perdedora. Nos obsesionamos con alcanzar una meta, solo para sentir una satisfacción efímera antes de buscar otra nueva.
La clave no está en las metas, sino en los sistemas. No se trata de decir “Quiero perder 10 kilos, ganar X millones o tener tal pareja» , sino de adoptar hábitos sostenibles de nutrición saludable, aprender algo nuevo cada día y convertirte en merecedor de ese trabajo o pareja. Fracasarás, sí, pero avanzarás cada día. Y lo mejor: disfrutarás del proceso y perfeccionarás tu método con cada pequeño tropiezo.
Esto aplica tanto a nivel personal como empresarial. Salvo que tengas un propósito que exceda a lo terrenal, en lugar de grandilocuentes declaraciones sobre misiones, quizás lo más inteligente sea implementar sistemas de mejora continua, donde cada paso, por pequeño que sea, nos acerque a lo que realmente importa.
Tras estos últimos dos años metidos hasta el cuello con la Passivtermia –y no sin fracasos en el camino–, hemos comprobado una vez más, que el verdadero progreso radica en la sistematización. Ahora, miramos más allá con tecnologías que prometen cambiar el juego: Aerólica, Fototermia, Fotoeólica y Centrales de distrito con acumulación de energía mediante hielo e hidrógeno.
No son solo palabras técnicas. Son soluciones reales que pueden transformar la manera en que usamos y pensamos la energía.
No va a ser sencillo. Pero si algo tenemos claro, es que la clave está en mantenernos en movimiento, probando y mejorando con cada paso y sin temer al futuro, pues lo enfrentaremos con las mismas y mejores armas con las que enfrentamos el presente.
La felicidad no está en llegar a ninguna parte ni en tachar cosas de una lista. Está en lo que hacemos cada día, en cómo nos enfrentamos a los fracasos y en las pequeñas victorias que nos llevamos por el camino.
Hay una palabra alemana, Vorfreude, que lo resume bien: la alegría de anticipar algo bueno. La verdadera satisfacción no está en llegar, sino en avanzar con propósito. Es ese placer que proviene, no del resultado, sino del viaje mismo.
2025 no va a ser perfecto, ya lo sabes. Lo sabemos. Pero eso no importa. Lo que cuenta es cómo avanzamos, cómo nos reinventamos con cada caída y cómo vamos construyendo y perfeccionando un sistema que de verdad tenga sentido para nosotros.
Feliz 2025. Que este año nos encuentre probando, fallando, aprendiendo y, sobre todo, disfrutando del proceso.
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